viernes, 4 de junio de 2010

10 años sin decirse

10 de mayo.

Quisiera contarte lo dulce y sabrosa que sabe hoy la vida, que últimamente la amargura de no tener no existe en mi corazón y las carencias persisten pero no son más importantes que se encuentra en mis manos. Quisiera llevarte a cenar unos tacos, tal vez una película o un cafecito en un lugar bonito, una terraza y buganvilias. Unas rosas fresca esta mañana habrían iluminado tu rostro tan amable, habríamos platicado de mis desamores, de lo ilusionada que me encontrará el amor que ya no tarda, de mi trabajo y las promesas del futuro, de papá y sus arrogancias y vicios imperturbables, algún chisme barato, bueno, varios, de esos que se disfrutan con un cigarrito y la compañía de las comadres. Habríamos hablado como adultas, de aquellos días en que sufriste tanto una traición, hablaríamos del amor, de la amistad, de lo grandioso de nuestra sangre y muy probablemente habríamos pisado alguna iglesia fresca para dar gracias por lo que nos ha tocado. Buen maquillaje, luz en el rostro y mucha amabilidad en nuestro trato, como siempre, eso como todos los días. Distribuyendo lo que sabemos y la felicidad de estar juntas regalada; viendo nuestras caídas y celebrando cada una de ellas porque siempre precedieron un nuevo amanecer, aumentando el volumen de nuestras voluntades. Tal vez nada de lo que me satisface hoy tendría, tal vez nada de lo que hoy se como si estuviera viejita sería mío, seguiría siendo tuyo, a lo mejor yo seguiría siendo estúpida y no te prestaría atención y continuaría un camino lleno de inseguridad.

Todo eso pudimos hacer hoy, pero en lugar de eso, nos levantamos un poco tarde, nos pusimos unos jeans y nos fuimos a trabajar. Lentamente la mañana nos anunció que este día aun no está superado, nos acompañó un hueco a la derecha y lúgubre nostalgia. Pensamos en todo lo que podríamos haber hecho hoy, en todo lo que nos podríamos haber contado, en las rosas y la iglesia fresca y lo pusimos en mis manos, como todo lo demás que tengo y por mis dedos se convirtió en esta carta.

La verdad mamá, cómo te extraño todavía, cómo me haces falta, aun no soy tan iluminada para entender tu ausencia y el corazón se me apachurra de nostalgia y soy la mujer más envidiosa el día de hoy.

Tu eras la mejor de todas, a diario me doy cuenta. Mira qué bien lo hiciste, mira qué mujeron soy yo también.

Si no entiendo

Si no entiendo por qué un perrito puedo ser agredido sin razón, ponerse en abandono a su suerte y tener la fortuna habérmelo encontrado yo,

Si no entiendo cómo un hombre que amé con tremenda profundidad y fuerza, que abrazaba una amistad de campeonato y que me hacía jurar sobre la cruz que amaba de vuelta me agredió sin razón y abandonó a mi suerte… no hay respuesta, y me he de quedar con el no saber

Si no entiendo cómo las personas viven en estrés por cuidar el dinero de otros, se alejan de sus espíritus, de sus familias, de sus propios cuerpos y no comprenden a Dios en sus días

Si no entiendo cómo un chico lleno de ternura y cualidades, envuelto en un cuerpo de titán, sufre un desprecio tras otro y nadie ha visto lo que en realidad esa persona puede hacer con su vida por la vida de otros, como yo

Si no entiendo cómo una mujer maravillosa puede ser evadida, traicionada, devaluada y sobre todo no amada

Si no entiendo un mundo no sostenido por la fortaleza y la energía femenina

Si no me entiendo no viendo almas por el resto de mi vida

Si no entiendo cómo una relación se disfrazó de una solida amistad y no era más que un… quien sabe qué cosa, y no tuvo el valor de enfrentar el devenir con una disculpa sincera y honor

Si no entiendo cómo no perdonar a un padre no puede mirar a sus hijas durante 23 años y en sus últimos intentos, desesperadamente intenta reivindicarse,

Si no entiendo la vida sin el amor de mis amigos,

Si no entiendo la guerra,

Si no entiendo un elevador exclusivo para los trabajadores de la limpieza,

Si no entiendo el abuso

Si no entiendo la infelicidad,

Entonces entiendo muy poquitas cosas que se ven, porque solo entiendo al universo.