lunes, 1 de febrero de 2010

de la importancia de expresarme por encima del orgullo...

Llevo varios episodios intentando y esforzándome para hablar de frente cuando algo no me gusta o no me hace sentir bien, o cuando tengo que pedir algo que quiero, pues me resulta particularmente difícil sobre todo cuando se trata de un hombre.
Debe ser porque de pequeña empeñé mis energías en obtener la aprobación de papá (quien no) y me costaba mucho aceptar que no tenía la razón por mas que trataba de convencerlo de algo sólo con la necedad en la mano para demostrar que yo también sabía mucho.
Ahora, a mis 26 años, después de muchas experiencias en las que tuve que sufrir injusticias en silencio por decisión propia, ya no quiero perpetuarme en esta costumbre que me ha hecho daño nada más.
Aquí enumeraré las ocasiones que hoy asumí ser diferente a la del pasado decidiendo darle voz a mis deseos, pero sobre todo a mi corazón:

1. Jimmy. Este nombre corresponde al hombre incompetente que mi jefe miope y desconfiado decidió ponerme como coordinador. El chico tiene mi edad, pero su experiencia como líder es prácticamente nula. Jamás ha tenido otro trabajo y tiene un fuerte complejo de maestro, heredado por sus padres de dicha profesión, y acentuado por la poca fe que le ha tenido su papá provocando que el sea pequeño en seguridad, moralidad y profesionalismo. Este personaje es el clásico que construye su fortaleza a partir de su capacidad para debilitar a otros, y que además siente la imperiosa e impulsiva necesidad de corregir todo lo que le queda al alcance, obviamente para hacer patente su superioridad.
Me tiene harta de sus chismes y lloriqueos con el jefe, que s llego tarde, que si me meto a FB y a Tweeter, que si estoy platicando en MSN... ¡BASTA!. Ah! pero eso sí, el no menciona ni por equivocación sus visitas a sitios de internet que nada tienen que ver con el trabajo, mucho menos cómo se burla del horario, y tampoco menciona la manera en la que no solo me amedrenta a mi, sino también a los becarios veinteañeros que le tienen pavor, de los grandes.
Por eso he decidido defenderme hablando con mi jefe con el corazón en la mano, planteándole que no merezco ese trato, que es mentira todo lo que ha dicho ese adefesio de mi, y que no estoy dispuesta a seguir soportando esa situación porque mi trabajo vale mucho, y porque además de ser una excelente profesional, soy un excelente ser humano que apoya a su empresa moralmente y con amor. Si ha de correrme, que me corra, prefiero no tener trabajo a traicionarme soportando que me maltraten de esa forma... si por eso me fui de donde estaba que yo juraba que era el trabajo de vida...

2. Luis. Hoy decidió hablarme por el msn, pidiendo mi numero de cel. Se lo puse y dije: "hola, invítame un café" a lo que el contestó "no jajaja, en un rato me voy a Puebla pero ¿de qué querías hablar? -Mmmm... De nada en especial. Ya me voy, cuídate"
Se acabó, y me sentí bien por pedir algo a una persona que ya sabía que no estaría disponible ni dispuesta para mi, pero le dije algo que habrá de dejarlo pensando en lo poco que me ha dado él en contraste con las atenciones que yo le he tenido. De cualquier manera no espero un resultado extraordinario, no espero a que venga a mi cuando regrese, pues se que la realidad está muy lejos de que el llegue montado en un caballo blanco a decirme que soy la mujer de su vida. Está enamorado de otra persona que no soy yo... está enamorado de él mismo, y ahora tiene una novia que atender histriónicamente.

3. Iván. Mi guía, mi mejor maestro, el hombre que más me ha amado y que más conoce me corazón hace 7 años me hirió de gravedad, y jamás habíamos hablado de ello. Mas de una vez le pareció que me dirigí enojada con el sin razón aparente, cuando en realidad había dentro de mi un recuerdo muy escondido de ardorcito cuando me dejó en dos ocasiones distintas. Sola, sin explicaciones en ese pasado tuve que asumir que el es así y pasaron años antes de que pudiera comprender que el hecho de que el, o cualquier otro se vaya de mi vida, no tiene nada que ver conmigo, sino con ellos mismos. Hoy, después de 7 años pude decirle lo mucho que me había dolido su abandono, y el me dio una explicación a pesar de que no se la pedí. Le dije que no quería nada a la fuerza, que yo no quería nada que no quisiera darme y que si quería irse de nuevo estaba bien; que hay una parte de mi que siente que me quiere de verdad, pero también hay otra que siente que está conmigo nada más porque estoy dispuesta para el. El me dijo que esto último es solo mío. Tiene razón.

Así fue como hoy tomé tres decicisones no aisladas que me hacen fortalecer mi corazón, en nombre de la justicia y del amor que he sabido dar; así mismo me recuerdan la forma en la que mi mamá me defendía, y de la cual aprendí que no debo permitir que nadie abuse de mi.
Hoy soy menos orgullosa, hoy soy más libre.

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