domingo, 14 de febrero de 2010

Golpes sin impacto


Anoche tuve un sueño revelador de una rabia que no ha sido desapercibida por mi conciencia en días pasados. En él vi nuevamente aquel acto que hace un año me mataba lentamente, y golpeaba a la mujer que me hizo ese daño, pero yo quería golpearla más fuerte y no podía. Quería que sonaran fuerte mis cachetadas sobre ella, pero me asustaba pensar que el otro personaje llegaría a verme en el acto.
Una mujer a la que yo quería como mi hermana, a la que le salvé la vida en el mar, y que casi me cuesta la vida material y espiritual. Ella tuvo siempre la costumbre de hacerse pasar por inocente palomita, una de esas que uno piensa que serían incapaces de hacer daño, simpática, agradable a la vista, especial.
Ella, esa misma, no dudó en aprovechar el momento en el que el hombre del que estaba enamorada cobardemente se quiso esconder en las faldas de alguien porque es demasiado cobarde para decirme de frente NO TE AMO o no se si era SI TE AMO. Escogió las faldas de ella, y emprendió la larga misión de hacerla feliz, todo lo que pudiera frente a mis ojos, a diario en la oficina y ella, se reocijaba entre tanta pantalla sin importarle un ápice lo que yo pudiese sentir, lo que pudiese dolerme. Hablé mil veces con ella, le expliqué en medio de uno de los dolores más grandes que he sentido que no me gustaba que ella aceptara sus regalos, que se hiciera la coqueta y que yo claramente veía como disfrutaba seduciéndolo. Ese mismo numero de veces me dijo: "no nena, no pasa nada, solo somos amigos"
Largo meses de dolor me receté al decidir creerle todo, todo, hasta que decidí alejarme por lo sano, ni supe cómo, ni por qué, es claro para mi ahora la obra de puro instinto de supervivencia.
Casi dos años después de que la tortura comenzó, me entero que existen pruebas materiales de su 'intimísima relación" a lo que un dolor de cabeza gudo concentrado en mi hemisferio izquierdo apreció. Apenas unas semanas antes, en una tarde en que casualmente pudimos conversar me dijo: "las cosas han cambiado mucho desde que te fuiste, a mi me dolió mucho darme cuenta de que el ya no era igual conmigo..." "yo nunca deje que me tocara, la ultima vez que tuvo esa intencion le dije que se fuera de mi casa". NO puedo creer tanta actuación, en ese momento yo realmente le creí su arrepentimiento, creí que las cosas habían sido como me estaba diciendo y pensé que esta podría ser otra oportunidad para nosotras. Como siempre pequé de ingenuidad.
Ahora he decidido que no la quiero en mi vida, no puedo tener a una persona así cerca de mi familia, mucho menos cuando hace unos meses fue muy claro que el coquetearle a un hombre que me interesa no se reduce a aquel por el que todo esto empezó. Literalmente se le fue encima a un chico con el que tengo una relación holgada.
Ya no.
Entiendo que estuve muy equivocada con ella, al pensar que realmente me quería, al pensar que sería una mujer a mi altura, capaz de defender nuestra amistad como yo he sabido hacerlo. Su ego es mas grande que su espíritu, y yo no puedo enseñarle algo distinto cuando me ha hecho ya tanto daño, porque yo soy un ser humano, lleno de defectos, cabrón, y con muchas virtudes y hermosos rincones, que no quiere seguir con el vicio de darse a quien no lo merece, a quien no lo entiende, no lo valora, no lo AMA. Aún siento la necesidad de pedir perdón, como consecuencia de lo que ellos me hicieron sentir en aquella época, en la que actuaban como si todo fuese culpa mía y nada mas. Hoy se cuál es mi responsabilidad en el caso: haber deseado que actuara como yo quería, afectar sus libres albedríos y querer controlarlo todo. Aceptar esto me ha dolido, mucho, y gracias a dios hoy soy capaz de tomar esta responsabilidad entre mis manos. Es mía.
El problema es que me quedo ahí siendo incapaz de achacarles a ellos la culpa que les corresponde, la de haberme hecho daño con mentiras, apartándome del camino en nuestro trabajo sin reparo, de verme sufrir cuando, estoy segura, lo disfrutaban y les excitaba aun mas.
Siempre termino dand cachetadas que no suenan. Aun le tengo miedo a el. Aun le temo a su juicio, aunque ya no lo amo, le temo a morir a su mirada enjuiciadora, tal vez porque siempre quise que me viera como una mujer excepcional.
Lo soy, una mujer excepcional, libre, hermosa, que está terriblemente molesta y que no sabe cómo hacer para liberarse de esa rabia (aceptarla también costó mucho).
A el le reclamo el haber sido malo, mal agradecido con mi amor, y no congruente con el amor que decía que me profesaba. era mentira, o era muy poco, y yo siempre pensé que era tan grande su entrega como la mía. Me usó para sentirse mas grande, y para quitarme la inspiración y la energía.

¿Por qué me es tan fácil defender a aquellos a quienes amo, pero conmigo misma el daño nunca ha sido meritorio para estallar de rabia y de coraje con los responsables?
Esto me lastima, esta actitud de mi misma permisiva, a pesar de que logre sacarlos de mi vida y de mi corazón -porque ya no los quiero- no encuentro suficiente motivo para estar enojada, para reclamar. ¿Es necesario hacerlo? ¿Si no lo hago moriré podrida de rabia y de coraje? ¿Si no lo hago jamás llegará el amor nuevamente a mi vida? ¿si no lo hago siempre desconfiaré de mis amigas? ¿o de todas mis parejas?
la verdad es que no quiero hacerlo. Me restaría grandeza. Además eso les daría un gusto que no quiero darles. Chale, me sigo preocupando mas por lo que ellos piensan que por mi. Estoy realmente enferma.

¿Es definitivamente necesario?

1 comentario:

Larix* dijo...

creo que esos golpes significan en la realidad mi frustración por no poder afectarla con mi partida, no le dolieron esas cachetadas